domingo, 22 de octubre de 2017

Modelo de comentario: texto 2 del "Fedón" de Platón


«-Examina ya si esto es de este modo. Decimos que existe algo igual. No me refiero a un madero igual a otro madero ni a una piedra con otra piedra ni a ninguna cosa de esa clase, sino a algo distinto, que subsiste al margen de todos esos objetos, lo igual en sí mismo. (…) ¿De dónde, entonces, hemos obtenido ese conocimiento? ¿No, por descontado, de las cosas que ahora mismo mencionábamos, de haber visto maderos o piedras o algunos otros objetos iguales, o a partir de esas cosas lo hemos intuido siendo diferente a ellas? ¿O no te parece que es algo diferente? Examínalo con este enfoque. ¿Acaso piedras que son iguales y leños que son los mismos no le parecen algunas veces a unos iguales, y a otros no?
- En efecto, así pasa.
- ¿Qué? ¿Las cosas iguales en sí mismas es posible que se te muestren como desiguales, o la igualdad aparecerá como desigualdad?
- Nunca jamás, Sócrates» (Platón,  Fedón)


(Tema) El problema que Platón plantea en este fragmento del diálogo Fedón es el del origen del conocimiento de las ideas. 

(Tesis) Para responder a este problema recurre al ejemplo de la idea de la igualdad en contraposición a las cosas que se dicen iguales. Y defiende que el conocimiento de las ideas no puede proceder de la experiencia, es decir, de la visión de las cosas sensibles (donde dice que la idea de igualdad no se obtiene de “haber visto maderos o piedras o algunos otros objetos iguales”) ya que las ideas tienen una naturaleza diferente a la de las cosas sensibles. No obstante, aun cuando ese conocimiento de las ideas no pueda extraerse de las cosas sensibles, Platón sostiene igualmente en este texto que sólo el contacto con las cosas sensibles nos permite acceder a él (allí donde señala que ese conocimiento lo hemos obtenido “a partir de esas cosas” pero siendo la idea de la igualdad “diferente a ellas”). (Información adicional) Pues, según la teoría de la reminiscencia, son las cosas del mundo sensible las que nos permiten recordar las ideas que habíamos conocido en una existencia anterior pero habíamos olvidado. 
  
(Exposición ordenada de los argumentos). Para justificar que el conocimiento de las ideas no se extrae de las cosas sensibles, dada la diferente naturaleza de las primeras con respecto a las segundas, Platón apela a los diferentes modos de conocimiento que corresponden a unas y otras. Así, plantea que las cosas que se dicen iguales dan lugar a diferentes opiniones o pareceres (“acaso piedras que son iguales y leños que son los mismos no le parecen algunas veces a unos iguales, y a otros no”), puesto que se trata de cosas cambiantes y mutables y su forma de conocimiento es la dóxa, un conocimiento que depende de la utilización de los sentidos y que puede dar lugar a percepciones cambiantes.  

Frente a este conocimiento de las cosas sensibles, a la idea de la igualdad, que es siempre idéntica a sí misma e inmutable, le corresponde la forma de conocimiento de la episteme. Puesto que este conocimiento se alcanza por medio de la inteligencia y no de los sentidos, no puede dar lugar a opiniones ni percepciones distintas (por eso Sócrates niega que la idea de la igualdad pueda aparecer como desigualdad). De ahí que Platón considere que el conocimiento de las ideas no puede alcanzarse a través de la experiencia de las cosas sensibles: así como éstas se conocen por medio de los sentidos, las ideas, de naturaleza inteligible, sólo pueden conocerse por medio de la intelección. 

(Conclusión) Es pues, por medio de estos argumentos como Platón defiende en este texto su teoría de que conocer las ideas es recordarlas.



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Fedón 74a-83d


Os dejo un par de enlaces donde podéis encontrar completo el fragmento del diálogo "Fedón" (74a-83d) que deberíais leer entero de cara a la prueba de selectividad.

En éste tenéis, junto con el texto, un comentario pormenorizado de cada una de sus partes. El problema es que resulta un poco incómodo de leer, porque el texto de Platón está muy fragmentado.

En este otro enlace, tenéis el texto completo y sin cortes, si bien se han introducido algunos epígrafes que van especificando los problemas tratados.

Además, tengo también el texto en un documento de word. Quien lo quiera para poder imprimirlo que me lo diga en clase o que deje en los comentarios su dirección de correo para que pueda enviárselo.


martes, 17 de octubre de 2017

1% Esquizofrenia




Contesta a las siguientes cuestiones:

1. Buena en alguna página especializada cuáles son los principales síntomas de la esquizofrenia y a continuación explica cuáles de estos rasgos dicen haber tenido los pacientes que salen en el documental.

2. En el documental se defienden dos posiciones sobre el posible origen o posibles causas de la esquizofrenia. Así, algunos psiquiatras plantean que la esquizofrenia tendría causas principalmente genéticas, mientras que otros consideran que lo esencial en su aparición son los factores ambientales. Explica brevemente qué significan cada una de estas posiciones y razona cuál de ellas te convence más, apoyando tu visión en los relatos de los pacientes.

3. ¿Qué cuentan los pacientes sobre sus ingresos en manicomios? ¿En qué circunstancias crees que están justificados? ¿Qué tipo de atención crees que deberían recibir los pacientes durante estos ingresos?

4. En el documental los pacientes hablan sobre los fármacos que toman a diario y sus efectos secundarios. Busca en la red el nombre de algunos fármacos que se prescriben a los diagnosticados de esquizofrenia, para qué síntomas se prescriben y qué efectos secundarios tienen. ¿Qué consecuencias crees que pueden tener en las vidas de estos pacientes estos efectos secundarios? ¿Crees que el tratamiento farmacológico es útil y suficiente para mejorar la vida de estos enfermos? Razona tu respuesta.

5. Valoración personal del documental (qué aspectos te han parecido más interesantes y cuáles menos y por qué)


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Análisis de textos de Platón - Fedón 74a-83 b I

1. «–El razonamiento nuestro de ahora no es en algo más sobre lo igual en sí que sobre lo bello en sí, y lo bueno en sí, y lo justo y lo santo, y, a lo que precisamente me refiero, sobre todo aquello que etiquetamos “eso lo que es”, tanto al preguntar en nuestras preguntas como al responder en nuestras respuestas. De modo que nos es necesario haber adquirido los conocimientos de todo eso antes de nacer (...) Y si es que después de haberlos adquirido antes de nacer, pienso, al nacer los perdimos y luego al utilizar nuestros sentidos respecto a esas mismas cosas recuperamos los conocimientos que en un tiempo anterior ya teníamos, ¿acaso lo que llamamos aprender no sería recuperar un conocimiento ya familiar? ¿Llamándolo recordar lo llamaríamos correctamente?».

1. Tema: Naturaleza del conocimiento de las ideas, en qué consiste conocer las ideas, origen del conocimiento de las ideas (lo que en el texto se nombra como "lo igual en sí", "lo bello en sí", "eso que es")
2. Tesis: El conocimiento de las ideas es recuerdo, teoría de la reminiscencia.
3. Argumentos:
- Lo hemos adquirido antes de nacer
- Luego lo hemos perdido
- Luego lo recuperamos al utilizar nuestros sentidos (recordamos las ideas al entrar en contacto con las cosas sensibles)
- Y eso es lo que puede llamarse propiamente recuerdo.

2. «-Examina ya si esto es de este modo. Decimos que existe algo igual. No me refiero a un madero igual a otro madero ni a una piedra con otra piedra ni a ninguna cosa de esa clase, sino a algo distinto, que subsiste al margen de todos esos objetos, lo igual en sí mismo. (…) ¿De dónde, entonces, hemos obtenido ese conocimiento? ¿No, por descontado, de las cosas que ahora mismo mencionábamos, de haber visto maderos o piedras o algunos otros objetos iguales, o a partir de esas cosas lo hemos intuido siendo diferente a ellas? ¿O no te parece que es algo diferente? Examínalo con este enfoque. ¿Acaso piedras que son iguales y leños que son los mismos no le parecen algunas veces a uno iguales, y a otros no?
- En efecto, así pasa.
- ¿Qué? ¿Las cosas iguales en sí mismas es posible que se te muestren como desiguales, o la igualdad aparecerá como desigualdad?
- Nunca jamás, Sócrates».

1. Tema: ¿De dónde se obtiene el conocimiento de las ideas? Origen o procedencia del conocimiento de las ideas.
2. Tesis: El conocimiento de las ideas no se extrae de las cosas sensibles, dada su diferente naturaleza con respecto a éstas, es decir, su naturaleza inteligible, si bien sólo al entrar en contacto con las cosas sensibles podemos acceder a ese conocimiento.
3. Argumentos:
- Lo igual en sí mismo, es decir, la idea de la igualdad (siempre como ejemplo de la naturaleza de las ideas en general), es diferente de las cosas que se dice que son iguales entre sí. ¿Por qué?
- Porque de las cosas que son iguales entre sí, caben distintos pareceres, opiniones distintas, ya que tales cosas sensibles son objeto de opinión, esto es, un conocimiento poco fiable e inseguro.
- Sin embargo, frente a estas cosas sensibles iguales entre sí, la idea de la igualdad no puede parecer nunca algo distinto de ella misma: es objeto de intelección, y no se capta por medio de los sentidos.
En este sentido, el conocimiento de las ideas no se puede extraer de las cosas sensibles.

3. «Por tanto, ¿reconocemos que cuando uno al ver algo piensa: lo que ahora yo veo pretende ser como algún otro de los objetos reales, pero carece de algo y no consigue ser tal como aquél, sino que resulta inferior, necesariamente el que piensa esto tuvo que haber logrado ver antes aquello a lo que dice que esto se asemeja, y que le resulta inferior? (…) Conque es necesario que nosotros previamente hayamos visto lo igual antes de aquel momento en el que al ver por primera vez las cosas iguales pensamos que todas ellas tienden a ser como lo igual pero que lo son insuficientemente. (…) Pero, además, reconocemos esto: que si lo hemos pensado no es posible pensarlo, sino a partir del hecho de ver o de tocar o de alguna otra percepción de los sentidos».

1. Tema: ¿Qué relación guarda el conocimiento de las ideas con el de las cosas sensibles?
2. Tesis: El conocimiento de las ideas tiene que ser previo, anterior al conocimiento de las cosas sensibles, si bien (esta idea se introduce en las líneas finales del texto) sólo podemos acceder al conocimiento de las ideas que ya teníamos pero hemos olvidado (recuerdo) una vez entramos en contacto, a través de la percepción sensible, con las cosas sensibles.
3. Argumentos:
- Cuando vemos las cosas sensibles, reconocemos que éstas sólo copian imperfectamente las ideas, es decir, que son inferiores a ellas.
- Este reconocimiento es el que indica que, para poder juzgar las cosas sensibles como carentes de la perfección de las ideas, tenemos que haber visto previamente las ideas.

4. «Si existen las cosas de que siempre hablamos, lo bello y lo bueno y toda la realidad de esa clase, y a ella referimos todos los datos de nuestros sentidos, y hallamos que es una realidad nuestra subsistente de antes, y estas cosas las imaginamos de acuerdo con ella, es necesario que, así como esas cosas existen, también exista nuestra alma antes de que nosotros estemos en vida. Pero si no existen, este razonamiento que hemos dicho sería en vano. ¿Acaso es así, y hay una idéntica necesidad de que existan esas cosas y nuestras almas antes de que nosotros hayamos nacido, y si no existen las unas, tampoco las otras?
- Me parece a mí, Sócrates, que en modo superlativo –dijo Simmias– la necesidad es la misma de que existan, y que el razonamiento llega a buen puerto en cuanto a lo de existir de igual modo nuestra alma antes de que nazcamos y la realidad de la que tú hablas».

1. Tema: Relación entre la existencia de las ideas y el alma.
.2. Tesis: Si las ideas existen y están en nosotros antes de que podamos recordarlas al entrar en contacto con las cosas sensibles, entonces nuestra alma existe con anterioridad a nuestra existencia corporal (interdependencia entre la teoría de la reminiscencia y la preexistencia del alma)
3. Argumentos:
- Las ideas existen en nosotros antes de que las descubramos (recordemos) una vez referimos a ellas todos los datos de nuestros sentidos y, por tanto, existen en nosotros antes de nuestro nacimiento.
- Si existen en nosotros antes de nuestro nacimiento, entonces es preciso que, de igual modo, exista nuestra alma antes de nuestro nacimiento y, por tanto, preexista a nuestra existencia corporal.


Análisis de textos de Platón - Fedón 74a-83 b II



5. «¿Precisamente las cosas que son siempre del mismo modo y se encuentran en iguales condiciones, éstas es extraordinariamente probable que sean las simples, mientras que las que están en condiciones diversas, ésas serán compuestas? (…) La entidad misma, de cuyo ser dábamos razón al preguntar y responder, ¿acaso es siempre de igual modo en idéntica condición, o unas veces de una manera y otras de otras? Lo igual en sí, lo bello en sí, lo que cada cosa es en realidad, lo ente, ¿admite alguna vez un cambio y de cualquier otro tipo? ¿O lo que es siempre cada uno de los mismos entes, que es de aspecto único en sí mismo, se mantiene idéntico y en las mismas condiciones, y nunca en ninguna parte y de ningún modo acepta variación alguna?».

1. Tema: Naturaleza de las ideas
2. Tesis: Las ideas son simples.
3. Argumentos:
- Las ideas no varían (son siempre del mismo modo, se encuentran en iguales condiciones, no admiten cambios)
- Las cosas que no varían son simples.
- Luego las ideas son simples.

Esta argumentación se encuentra al servicio de la demostración de la simplicidad del alma, dado que para Platón el alma posee una naturaleza similar a la de las ideas (de ahí que pueda conocerlas). Y una vez demostrado que el alma es simple, se deducirá de ello que el alma es inmortal, porque las cosas simples no se descomponen ni degradan, como sí lo hacen las cosas compuestas.

6. «–¿Qué pasa con la multitud de cosas bellas, como por ejemplo personas o caballos o vestidos o cualquier otro género de cosas semejantes, o de cosas iguales, o de todas aquellas que son homónimas con las de antes? ¿Acaso se mantienen idénticas, o, todo lo contrario a aquéllas, ni son iguales a sí mismas, ni unas a otras nunca ni, en una palabra, de ningún modo son idénticas? (…) ¿No es cierto que éstas puedes tocarlas y verlas y captarlas con los demás sentidos, mientras que a las que se mantienen idénticas no es posible captarlas jamás con ningún otro medio, sino con el razonamiento de la inteligencia, ya que tales entidades son invisibles y no son objetos de la mirada? (…) Admitiremos entonces, ¿quieres? –dijo– dos clases de seres, la una visible, la otra invisible».

1. Tema: Naturaleza de la realidad, ontología ¿Qué cosas componen la realidad? ¿De qué se compone la realidad? ¿Cómo es o qué hay en la realidad?
2. Tesis: Existen dos clases de seres, los de naturaleza sensible o visible y los de naturaleza inteligible, dualismo ontológico. Platón se refiere con ello a la contraposición entre las cosas materiales del mundo sensible y las ideas.
3. Argumentos:
- Las cosas que, en general, no se mantienen idénticas a sí mismas sino que cambian son las que se captan por medio de los sentidos.
- Las cosas que se mantienen idénticas a sí mismas sólo pueden captarse por medio de la inteligencia.
Por tanto, existen dos clases de seres, los visibles o captables por medio de los sentidos, y los invisibles o inteligibles, porque sólo se captan por la inteligencia y no por los sentidos.

7. «–¿No es esto lo que decíamos hace un rato, que el alma cuando utiliza el cuerpo para observar algo, sea por medio de la vista o por medio del oído, o por medio de algún otro sentido, pues en eso consiste lo de por medio del cuerpo: en el observar algo por medio de un sentido, entonces es arrastrada por el cuerpo hacia las cosas que nunca se presentan idénticas, y ella se extravía, se perturba y se marea como si sufriera vértigos, mientras se mantiene en contacto con esas cosas? (…) – En cambio, siempre que ella las observa por sí misma, entonces se orienta hacia lo puro, lo siempre existente e inmortal, que se mantiene idéntico, y, como si fuera de su misma especie se reúne con ello, en tanto que se halla consigo misma y que le es posible, y se ve libre del extravío en relación con las cosas que se mantienen idénticas y con el mismo aspecto, mientras que está en contacto con éstas».

1. Tema: Naturaleza del alma. ¿Cómo es el alma, qué características tiene?
2. Tesis: Naturaleza común del alma con las ideas, alma tiene una naturaleza afín a la de las ideas.
3. Argumentos:
- Cuando el alma utiliza el cuerpo (los sentidos) para observar algo, se extravía, porque es arrastrada hacia lo sensible.
- Cuando el alma observa la realidad sin ayuda de los sentidos, entonces se orienta hacia las ideas (lo puro, lo siempre existente e inmortal), y no se extravía, porque se dirige a lo que tiene su misma naturaleza.
De ahí que la conclusión del texto sea que el alma tiene una naturaleza común o afín con las ideas.

8. «-Míralo también con el enfoque siguiente: siempre que estén en un mismo organismo alma y cuerpo, al uno le prescribe la naturaleza que sea esclavo y esté sometido, y a la otra mandar y ser dueña. Y según eso, de nuevo, ¿cuál de ellos te parece que es semejante a lo divino y cuál a lo mortal? ¿O no te parece que lo divino es lo que está naturalmente capacitado para mandar y ejercer de guía, mientras que lo mortal lo está para ser guiado y hacer de siervo? (…) Examina pues, Cebes –dijo–, si de todo lo dicho se nos deduce esto: que el alma es lo más semejante a lo divino, inmortal, inteligible, uniforme, indisoluble y que está siempre idéntico consigo mismo, mientras que, a su vez, el cuerpo es lo más semejante a lo humano, mortal, multiforme, irracional, soluble y que nunca está idéntico a sí mismo».

1. Tema: Naturaleza del alma frente al cuerpo, carácter del alma a diferencia del cuerpo.
2. Tesis: El alma tiene una naturaleza similar a la de lo divino (aquí lo divino parece representar a las ideas), mientras que el cuerpo pertenece a lo material y sensible, y es por ello mortal.
3. Argumentos:
- El alma es la que guía, la que es dueña, mientras que el cuerpo está destinado a servir y obedecer al alma
- Lo divino es lo que está naturalmente capacitado para mandar, mientras que lo mortal debe ser guiado.
Por tanto, el alma tiene una naturaleza similar a la de lo divino, a diferencia del cuerpo, que por su materialidad y mutabilidad es mortal, como lo son los humanos frente a los dioses.


lunes, 16 de octubre de 2017

Platón atemporal


Platón, más vigente que nunca: 


El alma y la doctrina de la reminiscencia


Os dejo de nuevo un texto de Emilio Lledó que completa y amplía la información que ya tenéis en el tema sobre el pensamiento de Platón. Esta vez se trata de una exposición sobre el concepto del alma en Platón y sobre su visión del conocer como recordar. Dado que en el examen de la EvAU, en el caso de que una de las opciones fuera Platón, el texto a comentar podría versar sobre la doctrina de la reminiscencia, sería muy conveniente que leyérais con atención la parte del texto de Emilio Lledó dedicada a esta cuestión (punto 2). De nuevo, para cualquier duda de compresión, no dejéis de expresarla en los comentarios o preguntármela en clase.


El alma y el conocimiento

1. Concepto de alma en Platón

La palabra alma (psique) significa, en los poemas homéricos, vida. Vida como principio, como latido, como movimiento. Esta idea de que el cuerpo está recorrido por un soplo que lo alienta se encuentra ya en los primeros testimonios escritos de nuestra cultura. Pero, como hemos visto, estos comienzos de la terminología filosófica tienen lugar siempre en la observación de la naturaleza, del mundo que nos rodea. Por ello, alma tiene que ver con el verbo griego que significa respirar. Ese movimiento que se percibe en nuestros pulmones es, pues, el signo que manifiesta, en el hombre, el proceso de vivir.

Este hecho físico se expresó, al mismo tiempo, no ya en un verbo, sino en un sustantivo, psique, que significaba no sólo el movimiento, sino su principio originador. Platón determinará ya con claridad este cambio e iniciará la descripción de lo que posteriormente habrá de llamarse psicología. El alma es, pues, el principio de la vida del cuerpo y, siguiendo con una cierta concepción dualista, el elemento opuesto a la corporeidad. Pero, a pesar de la etiqueta «idealista» que habría de sobrevenirle y a pesar de la influencia órfica y pitagórica, Platón describe algunos aspectos «empíricos» de ese misterioso principio del ser.

La mirada realista, tan característica de la cultura griega, no podía ser ajena a uno de sus grandes creadores. A partir de la República, Platón expone los principios de una teoría del hombre donde el alma es el centro.

Las tres fuerzas del alma

La experiencia enseña a Platón que ese motor que se mueve a sí mismo está compuesto de tres fuerzas. Es curioso que a esta división tripartita del principio anímico llegase Platón al comparar el régimen político ideal con el individuo que forma parte de ese régimen.

Ese principio motor tiene, pues, tres funciones o partes cuya traducción castellana no es fácil, precisamente, porque, por fortuna, aún no se ha « terminologizado» el lenguaje filosófico y los conceptos en que se expresan tienen la frescura e inmediatez del lenguaje natural.

a) La primera función o parte del alma es la que entiende (logistikón).

b) La segunda es la que quiere, y que expresa lo que llamaríamos, de un modo muy general, voluntad (thymoeides), porque thymos significa también ánimo, esfuerzo, impulso.

c) La tercera parte es la que tiene que ver con tendencias o deseos menos controlados que los anteriores (epithymetikón).

La terminología tradicional ha llamado a estas tres «formas», respectivamente, inteligible, irascible y concupiscible, pero esto supone, en buena parte, una interpretación muy restrictiva y anquilosada de ese principio vital. Platón se enfrenta a ese fenómeno del alma y sus manifestaciones, lejos aún de cualquier teoría de facultades que encasillase tales manifestaciones.

Esas partes del alma son formas de presentarse en ella las distintas posibilidades que el hombre tiene de sentirse en el mundo.

Una de las posibilidades es la que entiende e interpreta el mundo que nos rodea. Y es el lógos (razón, inteligencia, lenguaje) y todo el complejo de elementos que forman nuestra «racionalidad» el que ocupa un lugar superior. El lógos nos mantiene, además, en un universo común de sentidos e interpretaciones que, como vimos, constituyen nuestro patrimonio intelectual; la lengua en la que nacemos.

El lógos es como un espejo en el que vemos y oímos el mundo y a los otros hombres en él. Un espejo que, como pensamiento, se hace líquido y fluye en nuestro interior y nos acompaña en todos los momentos de nuestra vida.

Pero en el alma hay también otras dos formas de manifestarse. Son tendencias que nos impulsan o, a veces, nos arrastran. Ambas son proyecciones hacia lo que nos circunda, hacia el mundo de las cosas y los seres humanos.

Toda esta variedad de niveles en el alma no es sino el reconocimiento de lo que es «realmente» el hombre y sus distintas maneras de percibir e interpretar el mundo. Pero también encontramos en ella esa posibilidad de controlarnos. No somos fuerzas ciegas sometidas sólo a la naturaleza del cuerpo y sus instintos. La « amistad» enlaza estas partes opuestas, a veces, y construye, como en la armonía de los astros, la armonía de la persona.

2. Conocer es recordar

Pero al lado de este análisis del alma, como motor de funciones próximas a la experiencia, se levanta en Platón una doctrina mítica. El alma existía antes de que nosotros existiéramos, se nos dice en el Fedón (95 c), pero precisamente por ello, hemos «conocido» antes aquello que luego llegamos a saber. El texto clásico de esta curiosa teoría lo encontramos en el Fedón (72d ss.), donde un interlocutor de Sócrates le dice:

Si es verdadero lo que tú acostumbras a decirnos a menudo, de que el aprender (mathesis) no es otra cosa que recordar (anámnesis), es necesario que hayamos aprendido, en un tiempo anterior, aquello de lo que ahora nos acordamos. Y eso no sería posible si nuestra alma no hubiera existido en otro lugar antes de llegar a ser en esta forma humana. De modo que también por ahí parece que el alma es algo inmortal. (Fedón, 72e)

El alma, en este texto, no es ya ese motor de la vida con distintas posibilidades de entender y percibir el mundo, sino un recipiente de la memoria; pero de una memoria que nos viene de una vida anterior a aquella de la que ahora somos conscientes. Un texto del Menón intenta demostrarnos tan singular tesis. Efectivamente, en este diálogo tiene lugar una especie de entrevista que Sócrates hace a un criado de Menón para probar que, sin saber geometría, y por medio de hábiles preguntas, se puede llegar a descubrir y entender complicados teoremas:

Y estas opiniones acaban de despertarse ahora en él como en un sueño. Y si se le siguiera preguntando, de distintas maneras, ten la seguridad de que acabaría por tener sobre estos temas un conocimiento tan exacto como cualquier otra persona. (Menón, 85c)

La razón que Sócrates aduce para explicar tan sorprendente resultado se funda en el hecho de la preexistencia. Antes de nuestra vida en el tiempo concreto en el que nos ha tocado existir, hemos tenido otra vida, y en ella hemos adquirido noticia de lo que ahora, al recordar, sabemos.

Estando, pues, toda la naturaleza emparentada y habiendo aprendido el alma todas las cosas, nada impide que quien recuerde una sola —eso que la gente llama aprender— llegue a descubrir todo lo demás, si se es valeroso y no se cansa de investigar. Porque investigar y aprender no es otra cosa que recordar (anámnesis). (Menón, 81d)

Tal vez no estaríamos de acuerdo con Platón en esta teoría de la reminiscencia y la memoria sustentada en la preexistencia, pero hay en ella un esquema teórico que sí podríamos aceptar. Siempre aprendemos desde el lenguaje en el que hemos nacido. Efectivamente, aunque nacemos a un mundo real de cosas entre las que nos movemos, más importante aún que ese mundo de cosas es el mundo de «significaciones» en el que también estamos. Desde nuestro nacimiento nos hablan de las cosas; nos dicen cómo se llaman, nos prohíben o estimulan con palabras; oímos lo que está bien o está mal, lo que es verdadero o falso. Estas y otras «significaciones», que se nos dicen, brotan de la memoria colectiva que se almacena en el lenguaje y se impregna de los matices y contextos de aquellos que nos hablan. Un pensar y entender, desde el presente, el pasado, que como memoria modela nuestra manera de sentir y estar en el mundo, y que, por supuesto, existe antes que nosotros.

Pautas para el comentario de texto


En el esquema de comentario de texto que vamos a utilizar para el análisis de algunos fragmentos de textos filosóficos hay que distinguir los siguientes elementos:

1. El problema o tema (también contexto o situación) del que se habla en el texto.

En vuestro caso, sería recomendable hacer primero una breve alusión a la obra a la que pertenece el fragmento que tendréis que comentar, y después especificar el tema o problema general sobre el que se habla, y que puede ser reconocido porque, normalmente, se deja formular a modo de pregunta. Por ejemplo, el tema del texto puede ser el de la naturaleza del conocimiento, que se traduciría en la pregunta: ¿en qué consiste conocer? No hay que olvidar que los textos filosóficos se plantean por lo general como respuesta a problemas sobre los que los autores reflexionan y que intentan resolver, por más que el problema no tenga que aparecer formulado como tal en el texto.


2. La/s idea/s o tesis que el autor defiende, y que consistiría/n en la respuesta que el autor da al problema que plantea en el texto. Por ejemplo: a la pregunta ¿qué es conocer lo inteligible?, Platón responderá defendiendo la tesis de que "conocer es recordar", teniendo en cuenta que se refiere al conocimiento de las ideas -el conocimiento propiamente dicho frente a la mera opinión-, cuyo recuerdo despierta al contacto con las cosas sensibles.

3. Argumentos -razones- que se dan para apoyar, avalar o fundamentar la idea o tesis defendida.

Por último, es recomendable terminar con una breve conclusión que cierre vuestro análisis, del tipo: "Es por medio de los argumentos expuestos como Platón defiende en este fragmento que el conocimiento de las ideas consiste en su recuerdo o anámnesis".

Sentido de la idea del bien



El problema sobre por qué Platón sitúa por encima de todas las ideas la Idea del Bien es un problema complicado y que excede los objetivos de este curso. No obstante, creo que este documento ayudaros a comprender un poco mejor, al menos desde cierto punto de vista, el sentido desde el cual se puede interpretar en Platón dicha Idea del Bien. Espero que os resulte fácil e inteligible:


Al comienzo del capítulo III del libro VII de la República, Sócrates le desvela a Glaucón las claves interpretativas del símil de la caverna, es decir, cómo debe éste entender cada uno de los símbolos que lo componen. La ascensión del prisionero fuera de la caverna representará la ascensión del alma hasta la región inteligible, donde se encuentran las Ideas. Entre ellas, la última que se alcanzará a percibir es la Idea del Bien, que Sócrates considerará razón de ser de las demás Ideas y fundamento de su inteligibilidad.

¿Qué significado cabe atribuir a tal posición de la Idea del Bien por encima de las demás Ideas en tanto causa de su ser y de su conocimiento? ¿Cómo podemos entender semejante prima-cía de la Idea del Bien?

Para responder a tales preguntas, debemos tener presentes al menos dos aspectos:
- En primer lugar, Sócrates señala que la contemplación de la Idea del bien resulta necesaria para aquél que “quiera proceder sabiamente en su vida privada y pública”.
- Por otra parte, ya en este capítulo se anuncia la exigencia, que será desarrollada en el siguiente, del descenso a la caverna de quien ya ha visto las Ideas, y entre ellas, la Idea del bien.

Estos dos factores muestran que, para Platón, el conocimiento de las Ideas en general y también de la Idea del Bien no tiene un valor por sí mismo. Por el contrario, su conocimiento queda al servicio de un objetivo práctico, a saber, ser capaz de actuar con sabiduría en el mundo visible, que es el único habitable, tanto en lo que se refiere a la vida privada como a su dimensión pública o comunitaria.

El conocimiento de las Ideas en general debe entonces servir para comprender e interpretar mejor el mundo visible, ya que tales Ideas son el fundamento ontológico y epistemológico de lo que vemos con los sentidos. Y si la Idea del Bien, como soberana del mundo inteligible, se encuentra por encima de las demás, es por su intrínseca conexión con la cuestión de la felicidad: la finalidad del conocimiento de la Idea del Bien radica en poder distinguir mejor, en el mundo visible, entre lo bueno y lo malo (pues precisamente el hecho de que hablemos de cosas buenas o malas es lo que puede llevarnos a presuponer que hay algo así como el Bien, en función del cual juzgamos como bueno o malo); y puesto que se considera bueno aquello que nos hace felices, aquello que puede procurarnos la felicidad, quien conoce la Idea del Bien tendrá mayores garantías de lograr esa felicidad buscada. Si se acepta además que la vida humana se desarrolla siempre en sociedad y que la felicidad al margen de ella es difícilmente alcanzable, quien ha visto la Idea del Bien sabrá también mejor qué tipo de organización política puede hacer felices a los hombres en general, esto es, de qué manera debemos organizarnos en comunidad para que queden garantizadas ciertas condiciones sin las cuales la felicidad resultaría impensable.

Así pues, el hecho de que la Idea del Bien gobierne el mundo de las Ideas en general adquiere el siguiente significado: para Platón, el valor del conocimiento depende en última instancia de la cuestión ética; dicho de otra manera: el esfuerzo del conocimiento cobra sentido desde la búsqueda de la felicidad, que sólo puede alcanzarse allí donde podemos diferenciar entre lo bueno y lo malo para el hombre, es decir, allí donde se conoce la Idea del Bien.

Ante esta formulación podemos también preguntarnos: ¿Hay una Idea del Bien? ¿Qué quiere decir eso de conocer la Idea del Bien? Trataremos en este caso de aportar una interpretación a la letra platónica (es decir, algo que explique o nos ayude a comprender la literalidad del texto de Platón):

Si bien las Ideas platónicas lo son de diferentes objetos, cuando se trata de valores éticos (Justicia, Bien, Templanza...) cabe interpretarlas en el sentido de ideales regulativos o modelos a los que tender, modelos tal vez nunca realizables –y que por eso quedarían situados en una esfera distinta a la del mundo visible– pero que cumplen una función de extrema importancia: los modelos actúan de criterio regulador para la acción, tanto individual como colectiva, y sólo cuando disponemos de tales modelos o ideales tenemos una instancia desde donde valorar o juzgar la realidad efectiva, las situaciones de hecho. Así, por ejemplo, la Declaración de los Derechos Humanos es un ideal o modelo que establece qué derechos debe tener garantizados todo individuo simplemente por ser humano. Y aunque tal vez nunca llegue a darse la situación real en que cada país los respete, es desde ese modelo desde donde cabe reivindicar su cumplimiento y criticar o denunciar aquellas situaciones reales en las que no son tenidos en cuenta. El mundo inteligible tendría, por tanto, una función rectora y reguladora del mundo visible.

Por otra parte, aplicando esta hipótesis hermenéutica al caso del individuo, cabría decir que la función de la educación estribaría en proporcionar modelos: quien ha sido educado posee modelos o ideas regulativas con las que regir su vida, con las que conducir su vida hacia la felicidad.

Otra cuestión que también cabe someter a interpretación es la de la función que se asigna en la República al filósofo como futuro gobernante de la polis. Por boca de Sócrates, Platón dice que el filósofo, aquél que ha sido educado para el conocimiento de las Ideas, debe asumir el gobierno de la polis. Y ello precisamente porque, al haber conocido gracias a su educación la Idea del Bien, podrá saber mejor que nadie donde reside el Bien de la polis y gobernar en consonancia con ello.

Aquí podemos pensar que, a través de la función atribuida al filósofo, Platón estaría reivindicando la necesidad de que toda forma de gobierno se encuentre regida por principios éticos (Idea del Bien), esto es, la exigencia de que la ética represente el principio máximo en lo relativo a la organización política si pretendemos que tal organización política contribuya a la felicidad colectiva. Así, el filósofo en cuanto gobernante personificaría precisamente esa función rectora de los valores éticos en lo que concierne a la organización política.

jueves, 5 de octubre de 2017

Modelo de examen tipo test - Psicología Tema 1

1. Las raíces de la psicología son:
a) La medicina y la historia.
b) La filosofía y la fisiología.
c) La psiquiatría y el psicoanálisis.

2. La división entre actos voluntarios e involuntarios fue realizada por primera vez por:
a) Wilhelm Wundt.
b) René Descartes.
c) Charles Darwin.

3. ¿A quién se atribuye haber fundado el primer laboratorio de psicología del mundo, en 1879?
a) Wilhelm Wundt.
b) William James.
c) Sigmund Freud.

4. ¿Quién de los siguientes autores es el fundador del funcionalismo?
a) Wilhelm Wundt.
b) William James.
c) John Watson.

5. Una de las aportaciones de la psicología cognitiva es aceptar que entre estímulos y respuestas inter-vienen:
a) Procesos que transforman la información de los estímulos.
b) Procesos oníricos.
c) Procesos alucinatorios.

6. ¿Cuál es el objetivo principal de John Watson y el conductismo?
a) Estudiar la complejidad del ser humano.
b) Orientar la psicología por el camino de la objetividad.
c) Lograr la unidad de la psicología.

7. El método hipotético deductivo consiste en:
a) Ir de lo particular a lo general.
b) Ir de lo general a lo particular mediante la aplicación de las reglas lógicas.
c) Compaginar la deducción de las consecuencias de las hipótesis con su confirmación en la experiencia.

 8. La búsqueda del sentido de la existencia y de los valores humanos son aspectos fundamentales para el ser humano según:
a) El psicoanálisis.
b) La psicología de la Gestalt.
c) La psicología humanista.

9. La psicología se ocupa principalmente del estudio y tratamiento de los trastornos y enfermedades mentales y conductuales.
a) Cierto.
b) Falso.
c) Cierto en el caso de la psicología general.

10. ¿Qué área no pertenece a la psicología básica?
a) Psicología educativa.
b) Psicología social.
c) Psicología experimental.

11. La Psicología evolutiva estudia:
a) Las diferencias individuales.
b) Las personas adultas.
c) Los cambios de los procesos psicológicos en la vida del individuo.

12. Los métodos más importantes de la psicología son:
a) Intuición e inducción.
b) Observación y experimentación.
c) Ensayo y error.

13. En la observación de una conducta se denomina latencia al:
a) número de veces que aparece la conducta.
b) tiempo transcurrido entre un estímulo y la aparición de la conducta
c) fuerza con que ocurre la conducta.

14. Comparados con la observación directa, ¿qué ventaja fundamental tienen los test o cuestionarios?
a) Rapidez.
b) Objetividad.
c) Profundidad.

15. El estudio de casos consiste en:
a) La puesta en relación de diferentes casos clínicos
b) La comparación y extracción de conclusiones de test psicológicos.
c) Un interrogatorio flexible en el que el entrevistador formula preguntas al paciente.

16. Poder establecer relaciones causales en una investigación psicológica se relaciona con:
a) La observación natural.
b) Las encuestas.
c) Los experimentos.

17. ¿Cuál es el término correcto para describir a 300 mujeres a quienes los investigadores interrogan para descubrir su actitud ante el aborto?
a) Muestra representativa.
b) Muestra.
c) Muestra al azar.

18. ¿Qué nombre reciben las explicaciones de los hechos observados que después son sometidos a verificación?
a) Conceptos.
b) Teorías.
c) Hipótesis.

19. Una psicóloga está investigando si el hacinamiento reduce la tolerancia a la frustración. ¿Cuál es la variable dependiente (VD) en este caso?
a) Temperatura ambiental.
b) Hacinamiento.
c) Tolerancia a la frustración.

20. La ética de una investigación psicológica (por ejemplo, la confidencialidad) implica:
a) Cómo se elige a los sujetos.
b) Cómo se trata a los sujetos.
c) Cómo se manipulan las variables.

21. Frente al estructuralismo, el funcionalismo defendió que:
a) Todas las funciones del ser humano son de interés para la psicología.
b) Que la mente carece de todo tipo de estructuras.
c) Las dos respuestas anteriores son falsas.

22. La psicología:
a) es una ciencia muy antigua, cuyos orígenes se remontan a la Grecia clásica.
b) es una ciencia que no tiene un lugar claro entre las ciencias naturales y las sociales.
c) las dos respuestas anteriores con verdaderas. 

Salidas profesionales de la psicología



En este enlace podéis acceder a un documento sobre las salidas profesionales de la psicología.

Y en este otro podéis encontrar el plan de estudios del grado en Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. 


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lunes, 2 de octubre de 2017

Teoría de las ideas de Platón



Para quien quiera profundizar un poco más en la teoría de las ideas, os voy a dejar hoy un par de textos.

El primero aborda el sentido mismo de la teoría de las ideas, es decir, el por qué Platón, como filósofo griego, pudo plantear eso que después se conocería como la teoría de las ideas. Ahí va:


1.

Tratemos de hacer algo más razonable e inteligible eso que la tradición nos ha transmitido como la “teoría de las ideas de Platón”:

Platón concibió el ser con el concepto de eidos, del cual provendrá el término idea. ¿Y qué significa eidos? Eidos quiere decir “aspecto” y tiene la raíz de un verbo que significa “ver”. Pero ese “aspecto” o “figura” como el que algo se me muestra debe pensarse aquí como el conjunto de notas características constitutivo de algo, propio de algo, y equivalente a su esencia o “qué es”.

El eidos es, por tanto, lo que da respuesta a la pregunta por el “qué es” de algo, por aquello en lo que consiste esencialmente algo. Cuando me topo con algo puedo decir diversas cosas para determinarlo: es rubio, es marrón, está sentado, huele bien..., pero hasta que no he dicho “qué es” ese algo, es decir, cuál es su esencia o eidos, todavía no sé qué es aquello que tengo delante. Pues bien, lo que responde a la pregunta por el “qué es” y constituye, en consecuencia, el eidos de algo, son determinaciones del tipo: “esto es un caballo”, “esto es un hombre”, “esto es un semáforo”. Caballo, hombre y semáforo son eide (plural de eidos), que determinan, respectivamente, el ser de aquello que al presentárseme identifico como caballo, hombre y semáforo.

El eidos hombre estaría, por ejemplo, compuesto por las siguientes notas: “animal racional mortal”. Tales notas son las características que aquello que está frente a mí debe necesariamente cumplir para que yo pueda decir que es tal o tal cosa, en este caso, un hombre; dicho de otra manera: las condiciones que necesariamente tiene que satisfacer para poder atribuirle un ser determinado, en este caso, el “ser hombre”.

Supongamos ahora que nos tropezamos con un caballo y decimos “Esto es un caballo”. Ahora bien, ante esto con lo que nos hemos tropezado podemos preguntarnos: ¿le pertenece verdaderamente el eidos caballo, el “ser caballo”? Si le perteneciese propiamente el “ser caballo”, entonces, el tal “esto” no podría dejar algún día de ser caballo, y sabemos que esto no es así. También sabemos que hubo un tiempo en que todavía no era caballo. Puesto que el caballo con el que me he tropezado ni ha sido siempre caballo ni lo será eternamente, es como si el “esto” al que llamamos caballo sólo tuviera el eidos “caballo”, el “ser caballo”, de prestado, por algún tiempo, pero no para siempre.

Pero si ser algo significa tener un eidos determinado (recordemos que ser equivale a eidos) y el caballo que tengo frente a mí sólo de prestado tiene el eidos que le corresponde, entonces, esto que tengo frente a mí no “es” propiamente; ni tampoco ninguna de las cosas que nacen y mueren, porque a ninguna de ellas les pertenece para siempre, eternamente, aquello que las hace ser, que es el eidos.

Si de nada de lo que nace y muere podemos decir propiamente que “sea”, ¿de qué podemos decir propiamente que es? Solamente del eidos mismo, que sigue teniendo validez, sigue “siendo” aunque este caballo o aquel o el de más allá desaparezcan.

Vemos que ha ocurrido aquí una transformación: lo que decíamos que era el ser de algo, por ejemplo, el ser de la cosa que tengo aquí delante, que era su “ser caballo”, se ha convertido él mismo en una cosa que es, y es más, en la cosa que verdaderamente “es” porque ni nace ni perece. Pues bien, el eidos así pensado, ya no como el ser de una cosa, sino como aquello que verdaderamente es, como “la cosa” o el “ente” que verdaderamente es, a esto es a lo que usualmente se le llama la idea.

De esta manera, podemos decir que la cosa que vemos y tocamos, el caballo que tengo delante, o el hombre que tengo delante, solamente es en la medida en que posee, temporalmente, la idea de caballo, o como dice Platón, en la medida en que participa, imita o copia la idea de caballo, que es la que verdaderamente es. Por otra parte, frente al individuo caballo, la idea caballo presenta la superioridad de valer para todo caballo posible, pasado y futuro, y por tanto, la de ser universal.

¿Se puede decir de las ideas que existen? No, en el sentido de que no están en ninguna parte, y si estuvieran en alguna parte, entonces ya no serían ideas sino cosas con una realidad sensible (que podríamos situar en el espacio y el tiempo, ver tocar...). Y las ideas tampoco están en la mente. Para comprobarlo hacemos el siguiente experimento: tratamos de imaginar la idea de caballo. Sin embargo, invariablemente, lo que imagino es siempre un individuo concreto, con unas características peculiares que no pertenecen a la idea misma de caballo y no la idea de caballo; ésta es inimaginable en tanto tiene que estar desprovista de tales caracteres singulares correspondientes a los individuos concretos. Además, sólo porque no existen tienen validez absoluta, es decir, independiente de todo hecho.

¿Qué es entonces lo que Platón llamó ideas y más tarde se denominarían “determinaciones universales”? Pues lo que nosotros llamaríamos conceptos, como el concepto de mesa, de silla, de hombre o de caballo. Tales conceptos o ideas platónicas no son sensibles porque no se perciben, no se alcanzan con los sentidos: no se pueden ver, tocar, oler, ni tampoco imaginar o dibujar. El reconocimiento de que tales conceptos o ideas tienen una naturaleza diferente a la de las cosas que percibimos con los sentidos o cosas del mundo sensible es lo que habría llevado a Platón a postular un “mundo de las ideas”.


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 El segundo texto es de Emilio Lledó, gran estudioso de la filosofía de Platón. Es un poco más difícil que el primero, pero creo que con un pequeño esfuerzo lograréis entenderlo y además está excelentemente escrito. Y bueno, Emilio Lledó es un verdadero maestro y me parece interesante que conozcáis de primera mano el modo en que expone él a Platón. Aquí tenéis su texto:


2. 


La teoría platónica de las ideas

1. Las ideas

Como hemos visto, esta famosa teoría, que se considera un típico descubrimiento platónico, encontró un adecuado escenario en el mito de la caverna. Sin embargo, en nuestras reflexiones sobre la historia de la filosofía, es importante preguntarnos, socráticamente, ¿por qué así?, ¿qué quiere decir esta teoría? Es muy posible que las respuestas nos lleguen desde la misma cultura griega.

Una de las grandes aportaciones de esta cultura fue su esplendor artístico. Muchas veces hemos admirado, en los museos, esas esculturas perfectas producidas por los griegos que parecen perseguir una forma suprema donde se exprese lo mejor, lo más acabado y completo de un ideal del que las formas humanas son imitación y reflejo.

Una tensión hacía la armonía parece fluir por esos maravillosos cuerpos. Una armonía que era como una especie de espíritu que sopla sobre el mármol. La palabra canon, entendida como regla de proporciones ideales, es un término que, desde los griegos, llega, hasta nuestros días. En la búsqueda de ese canon, existía, pues, el deseo de un todo, una estructura superior bajo la que lo real se organízase. El artista que esculpía su estatua andaba tras esa perfección que, de alguna manera, parecía estar ya, en contornos todavía confusos, dentro de él mismo.

También la matemática griega estuvo dominada por la idea de perfección. Así, el círculo era la línea más perfecta y su mayor pureza la alcanzaba en las órbitas de las estrellas. La geometría, tan admirada por Platón, constituye un buen ejemplo para su teoría de las ideas.

Efectivamente, los objetos geométricos son ideas —la del triángulo, la circunferencia, la línea— que no dependen de las múltiples «realizaciones» que de ellas encontremos en el mundo sensible:

"Creo que sabes que los que se ocupan de geometría, aritmética y otros estudios similares [...] se sirven de figuras sensibles, pero no pensando en esas figuras concretas sino en aquello a lo que se parecen, discurriendo, por ejemplo, acerca del cuadrado en sí y su diagonal, pero no acerca del que ellos dibujan." República, VI, 510c-e.

Esos dibujos son como un intento de aproximarse a la forma ideal «en su deseo de ver aquellas cosas en sí, que no pueden ser vistas de otra manera sino por medio del pensamiento».

2. La mirada

Con la teoría de las ideas se descubría un motor de gran dinamismo intelectual y no sólo porque iba a ser la fuente de un término y un horizonte de pensamiento tan usual como el idealismo. Pero éste, y otros conceptos parecidos, brotaron de una experiencia inmediata del mundo y de la vida. La idea era una forma de mirar viendo. Efectivamente, la palabra idea tenía una relación etimológica con verbos que significan ver. Idea es, pues, lo que se ve.

Mirar viendo quiere decir sabiendo lo que se mira. Si sabemos que eso que se acerca es un hombre es porque lo miramos como hombre. La realidad concreta que percibimos —una serie de colores y de formas— queda «idealizada», «vista», en esa palabra "hombre" que se alza desde el fondo de la lengua materna. Nos comportamos frente a él de una determinada manera, según sea conocido o desconocido, familiar o extraño. Pero de cualquier modo esa palabra que, como idea, sólo existe en el orden del lenguaje y el pensamiento, nos sirve para organizar lo real y, al mismo tiempo, para reflejar, o sea para reflexionar, para volver a pensar lo real.

Las ideas tienen, además de ese carácter universal, y, tal vez por ello, un rasgo peculiar. Al no estar complicadas en los detalles «concretos» con que se construye lo real, su ser es un ser abstracto y, en consecuencia, resultado de las variadas y múltiples «apariencias» bajo las que el mundo se nos hace presente. Por ello, aunque hemos dicho que idea es verdaderamente lo que se ve, el verse de la idea es una forma especial y sutil de ver. Un ver «interior» del que también tenemos experiencia diaria en nuestro lenguaje propio y en el pensamiento que lo alienta.

3. Palabras e ideas

El abstracto mundo de las ideas tiene, en principio, su «expresión real» en las palabras, y en ellas se refleja y proyecta lo que vemos y sentimos. Y ese reflejo —lo que las palabras significan— maneja el mundo de las cosas y va dejando en la consciencia el fondo de idealidad donde cuaja nuestra manera de ser y entender: nuestra personalidad.

Por eso, cuando Platón comienza en sus primeros diálogos a intuir ese mundo ideal, lo hace despertando las palabras, que, en cierto sentido, reposan dormidas en la mente de sus interlocutores. Y, al verlas, cuando las evocamos, procuramos situarlas en el marco de ciertas definiciones, que sinterizan lo más importante de sus oscilantes contornos. Precisamente por esa variabilidad, Platón descubre la riqueza de significados ocultos en el lenguaje; pero, al mismo tiempo, percibe también la necesidad de que esa diversidad alcance la «forma ideal» que mejor lo expresa, o, al menos, aquello que constituye el núcleo del que irradian todas sus posibles significaciones. Por ello, buena parte de los «diálogos» de Platón tiene que ver con los significados de las palabras.

4. Modelos de lo real

Pero las ideas no son sólo conceptos, más o menos generales, que sirvan para ordenar los diversos sentidos de las palabras, sino que son, además, fundamento y modelo del mundo real.

La experiencia de un mundo en continuo movimiento y cambio, tal como había sido expresado por Heráclito, debió de crear ciertas dificultades a Platón. Lo que fluye apenas puede pensarse. Los sentidos nos entregan del mundo imágenes móviles o imágenes, aparentemente estáticas, pero que también cambian: vemos pasar las nubes, la corriente de un río; pero también vemos la roca inmóvil, el árbol ante nuestros ojos, aunque sabemos que están sujetos a mutación y cambio. Tiene que existir un universo ideal, independiente de las cosas reales, y objeto de otro tipo de mirada distinta de la de nuestros ojos.

"Y de tantos y varios objetos decimos que se ven pero no se piensan, mientras que de esas formas inmutables, las ideas, se piensan pero no se ven en la realidad." República, 507b.

5. Los dos mundos

Hay, pues, dos mundos distintos: uno que cambia continuamente y que percibimos por los sentidos; otro que está libre del cambio. Este otro mundo inmutable sólo lo percibimos con el entendimiento, con «los ojos del alma» (República, 533d). Platón intuía con esta metáfora que todo el desarrollo del conocimiento tenía que fundarse en algo que estuviese libre de las mutaciones que nos mostraba el mundo real. Aristóteles, que, en uno de sus escritos, hizo una especie de revisión de los «primeros que filosofaron», ha expresado con claridad este problema: «Platón, desde su juventud, se había familiarizado con Crátilo, y con las opiniones de los partidarios de Heráclito, según las cuales todas las cosas están en flujo continuo y no es posible, por ello, un saber firme. Por otra parte, como era discípulo de Sócrates, que se ocupaba de problemas morales [...] buscando en ellos lo universal y siendo el primero que puso el pensamiento en las definiciones, Platón pensó que sus definiciones tenían que recaer sobre otros seres que los seres sensibles, porque ¿cómo dar una definición común de los objetos sensibles que mudan continuamente? A estos seres los llamó ideas, afirmando que lo sensible está separado de ellos y de ellos reciben sus nombres» (Metafísica, I, 987a30-987b).

La existencia de un mundo de las ideas distinto del mundo real planteó un problema muy importante que ha ocupado a filósofos y matemáticos hasta nuestros días: la posible independencia y objetividad de las estructuras formales sobre las que se construye una buena parte del saber científico.

6. Ideas y valores

La teoría de las ideas, que se vinculaba así a la concepción pitagórica de los números, como esencia del universo, gana en Platón un nuevo horizonte. Las ideas sostienen todo el fondo de valores éticos, de conceptos estéticos, que se enraízan en la mente y en el lenguaje —bondad, justicia, belleza, amor, etc.— y forman una parte importante de nuestra manera de entender la existencia. Sí hacemos frases como «esta escultura es bella», «este hombre es justo» o «este hombre es bueno», es porque hay en nosotros un fondo «teórico» que nos permite saber qué queremos decir cuando empleamos semejantes expresiones. Tiene que haber algo bello en sí, justo en sí, bueno en sí. Este en sí significa el ideal de esos conceptos; aquello que no depende de las múltiples proposiciones que podamos hacer al utilizarlos. Platón supone que la idea que hace posible tales proposiciones es un modelo del que participan las cosas y que se hace presente en el lenguaje con que lo decimos. Esa participación (methexis) es una forma subsidiaria e imperfecta de ser.

"A mí me parece que si existe una cosa bella, aparte de lo bello en sí, no es bella por ninguna otra causa sino par el hecho de que participa de eso que es bello [...] Así pues, si alguien me dice que una cosa cualquiera es bella, bien por su brillante color, o por su forma [...] tengo en mí mismo esta simple, sencilla y quizá ingenua convicción de que no la hace bella otra cosa quela presencia o comunidad en la belleza en sí". Fedón, 100 c-d

7. Participar

Este carácter de parte de una totalidad, como la idea, aproxima a los individuos y los enlaza en una tarea de superación. Sentir esa parte de la justicia, de la belleza o bondad que puede haber en nosotros, nos convierte en buscadores de un ideal en sí, que, en cierto sentido, se ejemplifica en la salida del prisionero. Si existe la idea de libertad, el prisionero de la caverna se ha sentido parte de ella, miembro de esa comunidad ideal y ha procurado realizarla. Ha ejercitado, pues, su derecho a participar en esa idea y a hacer suya esa parte que le ha sido asignada.

Las ideas ejercen también, como el eros, el amor, una atracción sobre nosotros. Aunque el eros parece pertenecer a un ámbito subjetivo y ejerce de motor que arranca nuestra actividad e impulsa la salida de nosotros mismos, se engarza también con las ideas que están, en principio, fuera de nosotros. Esa participación establece un vínculo que, en cierto sentido, nos ata a ese mundo inteligible. Una nueva forma de atadura, pero distinta del amarre en la sombra de la cueva.

Esta atadura en la luz muestra que el lado real y verdadero es el lado del conocimiento y el saber. Por eso, el amor que nos mueve a conocer, y las ideas de las que participamos y que son el horizonte de nuestro deseo de conocimiento, acabará llamándose filosofía, o sea, tendencia al conocimiento, pasión por las ideas. [El sentido de esta participación presenta dificultades que Platón expondrá en el Parménides, 130a]

8. La idea del Bien

En el fondo de esta idea apunta la fuente de la que se nutre también la inteligencia. El saber y la ciencia son frutos del Bien. Por eso, la verdad, lo mismo que la belleza o la justicia, son manifestaciones de la idea del Bien. ¿Qué podemos hacer sin el Bien? ¿Adónde llegaría el hombre si, a pesar de tantas contradicciones, no se hubiera descubierto ese horizonte donde alcanzan sentido sus actos? Es verdad que las interpretaciones del Bien pueden enfrentarse muchas veces; pero lo importante es haberlo sabido interpretar como una fuerza creadora de la existencia. Una de las características de esa idea es la de no necesitar presupuestos que la justifiquen. Es, pues,un verdadero en sí, ya que es el fundamento de todo ser, de todo entender. Algo así como la luz del sol. Sin ella no sería posible color alguno, ni diferencia alguna. La luz del Bien preside toda posibilidad de desarrollo en el hombre. Es el fin de todo orden. Un Bien que es opuesto al desorden, a la destrucción y a la muerte.

"Con frecuencia me has escuchado decir que la idea del Bien es el objeto del estudio supremo, a partir de la cual las cosas justas y todas las demás se vuelven útiles y valiosas. Y bien sabes que estoy por hablar de ello y, además, que no lo conocemos suficientemente. Pero también sabes que, si no lo conocemos, por más fue conociéramos todas las demás cosas, sin aquello nada nos sería de valor, así como si poseemos algo sin el Bien. ¿O crees que da ventaja poseer cualquier cosa si no es buena, y comprender todas las demás cosas sin el Bien y sin comprender nada bello y bueno?" República, 505a-b

Al ser, pues, el individuo, en muchos de sus aspectos, partícipe de las ideas, esa participación con la idea del Bien tendrá que ser decisiva para su propio existir. Porque de la misma manera que la luz del sol ilumina el mundo verdadero, la idea del bien es la idea dominadora del hombre y su sentido, o sea su destino. Platón intuyó con esto un mundo teórico que nunca hasta él había sido concebido como fuerza sustentadora del universo y que se convierte así en la fuente de la existencia. Pero si, como decimos, los seres participan de las ideas, parte o reflejo del Bien está en nosotros. Precisamente, por esa participación, tendemos a él. Dicha tendencia se concreta en el concepto de imitación (mimesis). En nuestra vida diaria funciona como una estructura importante e implica, en principio, tres cosas:

1. El reconocimiento de que hay un ser, que se nos aparece superior y estimable.

2. Un impulso que nos lleva a ser como él.

3. La seguridad de que nuestro ser se hace mejor en ese acto de aproximación a ese modelo.

El concepto de imitación, que tendrá su desarrollo en el arte y en la teoría estética, adquiere en Platón ese carácter dinámico y «personal». No se trata ya de imitar objetos cuyo aspecto reproducimos, como hacen los artistas, sino que imitamos en nuestra vida a un modelo que hemos encontrado en ella.

Aunque el concepto de imitación aparece, como tal modelo teórico, en el mundo homérico, sus héroes son modelos humanos, paradigmas, que la fama transmite en los versos de los poemas que los ensalzan. Un mundo «ideal» que, en cierto sentido, presagia y anticipa la teoría platónica de las ideas. Y, de alguna forma, esta imitación se alimenta del horizonte en el que se encuentra la idea del Bien.

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